Cartel Teatro Clásico de Cáceres. 2022

Isabel Flores

Desde 2012 Isabel Flores trabaja con la capacidad expansiva del ornamento en una pintura que supera los límites del bastidor. El ornamento, presente en todas las culturas del mundo, es un elemento que, teniendo la arquitectura como soporte, se interpreta como el lenguaje que nos permite transformar el espacio y configurar una relación entre el ser, el objeto y el lugar. Hacer el cartel del Festival de Teatro Clásico de Cáceres supone el reto de recurrir a la figuración humana sin dejar de lado la investigación artística personal, reflejando en él la relación entre el ser, el objeto y el lugar.

Inaugurado en 1926, la arquitectura interior del Gran Teatro -lugar- presenta una decoración de estilo modernista en clara consonancia con la arquitectura, el diseño y el arte de la Europa de los años XX. El Modernismo y sus diferentes manifestaciones se caracterizan por un estilo naturalista que enfatiza las líneas curvas que se adaptan al espacio permitiendo al ornamento ser parte de la arquitectura. Las barandillas situadas en los palcos, así como las columnas, -objetos- del Gran Teatro, son un ejemplo de esta influencia modernista.

A principios del siglo XX, las manifestaciones ornamentales trascendieron a otros medios de expresión más allá de la arquitectura, como la pintura. En la Secesión, artistas como G. Klimt o A. Roller integran figura humana y ornamento en sus pinturas y carteles en igualdad jerárquica sobre la superficie pictórica. En este caso, la figura humana -el ser- se compone a partir de una fotografía-collage digital, en la que vemos a una mujer joven sujetando una rosa hacia la que dirige su mirada, su vestimenta nos remonta a los atuendos del Teatro Clásico, en el vestido se recurre de nuevo al ornamento, en este caso al patrón que se produce al mirar el patio de butacas del Gran Teatro desde el escenario, aunando así ornamento y figura, ser, objeto y lugar, en un cartel cargado de significados.

Texto: Isabel Flores