Las Resilientes. Memorias imborrables. Mujeres Mirando Mujeres. Exposición colectiva

“En una vida hay muchas vidas”

25/06/2020 – 28/08/2020

«La retícula calculadora, opresora, con poca posibilidad de variación se rompe siguiendo la forma de un azulejo encontrado en una vieja casa abandonada. El vacío que deja esa forma es reconstruido, metafóricamente, la herida es cosida o las vidas se unen con hilos de un color vivo, alegre y enérgico, de manera irregular, flexible y con errores que dejan de importar y pasan desapercibidos.

Esta es una obra creada en casa que une a tres generaciones de mujeres, puede que cuatro. Nunca la conocí, ni ella a mí, Isabel, como yo. La abuela hacía limonada casera para todo el pueblo, la vendía en el quiosco, en el parque, en el mismo sitio donde en verano vamos a tomar una granizada de limón natural después de trabajar. También vendió helados, contaba cuentos, cosía, le gustaban las manualidades. Se compró una tejedora y fue a hacer un curso a Madrid, algo tan normal ahora parecía un gesto de progreso en aquel momento. Se alojó en casa de uno de sus hijos, cinco, pronto cuatro, y dos hijas. De esa tejedora salieron varios jerséis, se fue pronto, cáncer, pero se fue haciendo sonreír a las mujeres que la acompañaban. Su máquina de coser, alfa, es ahora de mi madre. Mamá se compró una tela azul marino con una retícula pequeña, inamovible, comprimida, quería hacer una falda, aún estaba soltera, me cuenta. Guardó la tela en una caja y la caja en el desván, prefiere los vaqueros y la felicidad. He llegado estos días de cuarentena a desempolvar cajas y revolver telas. El proyecto de falda se ha convertido en proyecto de arte, la máquina de coser en herramienta para pintar con hilo y mi madre, no muy convencida de entender lo que hago, pinta (o cose) conmigo, como cuando de pequeña nos sentábamos a dibujar, como cuando de pequeña se sentaba con la abuela a dibujar. “En una vida hay muchas vidas, me decía mi abuela”, me dice mi madre cada vez que hay un cambio.»

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